domingo, 30 de octubre de 2011

Donka




Unas veces algo perdido, en otras demasiado encontrándome a mí mismo. No me ha dejado indiferente esta obra de "teatro", intercomillada porque considero que la experiencia que se lleva el espectador que acude al Teatro Compac Gran Vía gana algo más que ver teatro, ve algo más que teatro.

Supongo que conocer a uno de los actores no ayuda a ser objetivo ni a frenar algunos sentimientos de más, pero aún así considero que DONKA encierra un simbolismo bestial durante las casi dos horas de espectáculo. Los finales siempre tienen que ser buenos, suele ser el anzuelo que queda enganchado en aquellos que vamos a ver obras de teatro. En este caso, dejando de lado la gran capacidad de David Menes para los malabares y "vestirse" de clown, el momento final con la cama con ruedas, cambiándose las batas blancas, ocupando todo el escenario, aumentando la movilidad y velocidad por momentos... Un auténtico regalo para los ojos, oídos, pelos de punta y, sobre todo, el corazón.

Y es que el teatro, tiene algo que lo convierte en algo que no es teatro.

Ender 


David, ya puedo presumir de que un amigo actuó en uno de los grandes teatros de Gran Vía. Volveré a verte en Bilbao, de nuevo sentado en una butaca, maravillado con Donka y esperando a ese gran final.

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